Flores coloreadas

FLORES COLOREADAS





viernes, 5 de marzo de 2010

Luis II deBaviera, romantico y loco



Si la historia es, como decía Napoleón " una sencilla fábula que todos hemos aceptado", el paso por ella de Luis II, es sin duda el más tenue y enternecedor, además del más sorprendente, relato fantástico jamás soñado. Como en un cuento de hadas, el Principe que no quería ser Rey hizo todo lo posible para preservar su inocencia entregado a una pasión, como digna de comprensión en quien sólo conocería la cara amarga del amor. Su espíritu libre y aún en pena en los fabulosos muros de sus catillos insondables, contempla el mundo desde el pasmoso silencio que adoptan almas demasiado grandes para ser abarcadas en su totalidad. Fue, único irrepetible y tocado de la divina gracia de la locura capaz de transformar el mundo para verse en él reflejado.

Con una energía renovada y furiosa, Luis II inició la construcción de fabulosos castillos, palacios y torres en los lugares más inverosimiles y con un atrevimiento arquitectónico inimaginable, aunque a decir verdad todo era reflejo de una imaginación desbodada en busca de aquel lugar que la vida le negaba.

En su mente nacieron obras de verdadero encantamiento como el palacio de Linderhof,


con un lago interior rodeado de estalactitas artificiales. La construción sobre una roca del castillo de Neuschwanstein, una filigrana gótica  desafiante y fantástica.





El palacio de Herrenchiemsee y su fabulosa galeria de los espejos.


Y como culminación, el Teatro de Bayreuth, en homenaje -cómo no- a su idolatrado Richard Wagner, escenario al fin del estreno de El oro del Rín (1876), sueño acariciado por Luis desde que supo que el compositor tabajaba en esta obra.

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